lunes, 8 de noviembre de 2010

Cadaver exquisito






LA MUSA DE VIDRIO ES MÁS CRUEL QUE EL FUEGO DEL TIEMPO




Me deshice con el fuego de los rélojes de arena

palparon mis ojos el azul de las olas con sus cabellos sangrantes

mi musa herida huyó de mis manos de espiga dormida

de mi lecho de cieno estremecido por aire en el latido más oscuro del corazón de la luna

anochecí en el frío

dormí en la estación de la niebla

pendulé el cuerpo por la avenida astuta de la soledad

murmullos de caricias idas esperan en la esquina

y ya poco me espanta el nombre que se oculta entre su falda

me nacieron alas de cera con el fuego de tu ómbligo mujer

me nacieron celestes cielos en mis canas de asfalto

me nacieron tenues brisas de plomo en la cabizbaja mirada

me nacieron ángeles de piedra en cada estrecho de tu cadera de arena

me nacieron relucientes fantasmas de óxido en cada hora

me nacieron auroras de madera convulsa cuando por vez primera musa de mis días

vi tus alas naranjas en ese crepúsculo que envolvían tus manos

Y ahora

todo se conjuga en imperfecto

En las antorchas que apagábamos no queda más que el comezón de la ceniza

en la era que fundíamos se ha podrido el corazón de los veranos

en la cornisa donde cantábamos los pájaros de nuestro augurio

ya está vacía

rota

y no cabe más que la ausencia que ofrendamos

Tu cuna de vidrio era la espuma

tus glúteos sin duda partieron el horizonte con tus ganas

tu sexo de sal bordada hacía ecos en cada ola dividiendo mis pupilas de árbol

nunca dejes que mi aliento se haga sombra que muerde tus labios

Hay demasiada cuerda floja

examinamos el mapa parches salvados

a la desmemoria restos televisivos junto a la barra

ser y durar

quisimos ser trazadores

marcar una ruta y apenas susurramos


He allí el vientre de cada arrecife abriéndose para esperarme

avistaste el fuego pendular del tiempo en cada grieta de tu sexo solar para abrazarme lentamente

es como nacer y morir

en el instante preciso en que pronuncio tu nombre de girasol estrujado por mi boca de pez.



Roser Amills Bibiloni (España), Alejandro Cordero (Costa Rica) y Noé Lima (El Salvador)