viernes, 21 de mayo de 2010

Cruce de mareas



En este constante fluir del viento, dejándonos llevar por las corrientes salinas, nos encontramos contínuamente con cruces de marea. Y afortunadamente este cruce que nos llegó esta vez es muy grato recibirlo.

Se trata del nuevo poemario del amigo y compañero poeta Diego Mora, de recién publicación en el hermano país de Guatemala, dentro de la colección Catafixia, toma tres.

Hablamos de Estación Tropical.

Un poemario, a mi parecer, amplio y limpio. Bien cuidado en su estructura y en su contenido. Consta de dos partes: Di´(agua en bribri) e Iyok (Tierra en bribri).

En la primera parte podemos sentir toda la magia de Mulurtmi, la diosa del mar para la cosmogonía bribri, con poemas certeros, de supervivencia en tiempos donde la naturaleza y sus dioses se ven amenazados por los intereses económicos y políticos, por la sed de arrancárle a Natura sus entrañas y venderlas en el mercado internacional...

El hablante lírico se defiende, gruñe, resiste: "Yo escribo estos versos/arrullado por corrientes marítimas/ este litoral plagado de signos vitales/donde todo me habla de supervivencia// Me comprometo con los astros/ como granos de arena/ dejo testimonio de este mundo/ decidido a perdurar/ mientras haya quien lo defienda (...)"

Y termina sentenciándo: "Estamos para dar fe de vida/ para defendernos de la muerte/ con todo esto que aún somos"

La segunda parte es un reconocimiento, un reconocer(se) entre las fronteras centroamericanas, entre los canales de Tortuguero, por "el camino rojo" de nuestros pueblos.

Seguir la huella de Iriria (La niña Tierra para los bribris), adentrándonos en los senderos marcados por sus huellas de Danta lastimada.

Este poemario, evidentemente, tiene toda la influencia de Talamanca en sus páginas, el Caribe como eje central, pero no por eso, deja de ser un poemario que abarca a toda la región, a todo el continente, a toda la "memoria colectiva" que cruza aduanas sin pasaporte y sin miedo.

"Hacer poesía cuando no haya alternativa", esta es la apuesta de Diego Mora en Estación Tropical.

Les comparto algunos poemas de este poemario:


Karmar


Se trata de ser lluvia
Que no se detenga el río
Nada de convertirse en charco
                                              o laguna

Hay que desembocar
volver a la cordillera y
suponer que aún
no hemos estado aquí.



Mulúrtmi

[Diosa del mar en bribri]



¿Qué inusitada poesía
voy a dedicarte a vos
que todo te lo han recitado?

Yo aquí de frente en este tiempo
me quedo perplejo

En la ciudad es más fácil
hablar de vos
amante eterna
arrebato del gran otro
pero llegado el momento callo

Interminable sucesión de agua y sal
caderas sacudiéndose incansables para mí
voy a tu encuentro
rozo tus dedos
muslos
cintura
senos espumantes
inconfundible rostro universal
tus labios que hablan en lenguas
todos los dialectos del mundo
en una cresta
Te miro desnuda en mi cuerpo
cabellos de alga
lucho por mantenerme en pie
pero me abrazás y me hundo
en tu entrepierna
absorbo la sal
sube la marea
yo me quiero ahogar
de una vez por todas
Despedirme del cielo
testigo transitorio del acto primigenio
Gemís y me empujás mar adentro
alta mar
pleamar
marea alta
marea roja
turquesa
marea que mareás
marea que te vas y regresás
convertida en otra ola
marea que chocás contra mis besos
marea contoneándose
bailando seductora la canción que trae el viento
marea creciendo como diosa vengativa
que cae con furia sobre este poema
se lleva las estrofas hasta la orilla
donde la arena dibuja líneas azarosas
palabras flotando a la deriva
Me desentiendo del lenguaje
(que el mar decida qué hacer con mi poema)
llevarse los versos como hojas secas
dejar frases tiritando en la playa abandonada
a la intemperie de golondrinas y cangrejos
que el sol irá secando hasta que delgadas
el viento llevará al sur
tal vez al este -nunca se sabe-
donde otro iluso evocará la sal
con la nostalgia que invade al atardecer
Melancolía atracada en tu puerto
pájaros como insinuaciones
suspiros que no sabés interpretar
Te quedás quieta dama delirante
lucís las piedras milenarias
de peregrinajes épicos
puertos nocturnos albergando marineros
acantilados como el del cautivo Prometeo
barcos piratas
botes de pesca
cruceros
conquistadores del nuevo mundo
marcopolo al oriente
vasco da gama al sur
vikingos cruzando el estrecho
fosas marianas al pacífico
cascos gigantescos de hielo polar
cavernas primitivas del gran continente
selvas caribeñas aún palpitantes
todas recorridas con tus longevas manos
tersas y curiosas

De lejos te vas quedando dormida
-aún encuentro frases sueltas entre tus dedos-
me gusta verte caer
disfrutar las miradas de alerta
tus dudas
sabios silencios
y ante todo la perseverancia
para terminar a tu lado.



Enigmas del Pacífico


Nadie sospecha que jugás con la marea
y al hacerlo te descubrís desnuda
sonriendo ingenuamente
sin entender tu cuerpo
ahora preñado de ausencias milenarias



lunes, 3 de mayo de 2010

Hijos del Manglar


Mayo no se puede inaugurar de otra forma que haciendo un homenaje a los trabajadores. A quiénes día a día hacen el mundo y enfrentan la explotación, las injusticias del mercado y sus especulaciones, las consecuencias de la alienación feroz en que nos consume el sistema capitalista...

A ellas y ellos, olvidados y excluidos en cualquier isla:


Hijos del Manglar

 


Sin conocer el frío de los relojes
los hijos del mangle
escuchan el redoble de sus madres
hurgando en el barro

No atienden el susurro 
de las pianguas cerrándose
tras  la marea

Es una isla gigante
para atrapar cangrejos
y se extiende 
hasta donde papá lanza la cuerda

No saben de las básculas en el muelle
de los pesos de menos
de la marea roja

De los kínder garden de la costa
para hijos de extranjeros
de concesiones  hoteles en trámite
para encoger su arena de juegos

Pero por hoy
el sol es una naranja demasiado lejos
el mar un cazador de huellas
los palitos lápices que no necesitan color

Las conchas crujen en los baldes
saben que es casi hora de regresar a casa.


Alejandro Cordero.