viernes, 29 de marzo de 2013

Carta habanera





Esta ciudad de tiempo trastocado, de efeméride. Nos aturde Carla. Los pájaros tatuados de tu brazo lo confiesan. Y yo no lo asimilé, lo dejé pasar como la caricia bajo tu saya. Como la brisa redonda sobre tus nalgas. No lo entendí. No supe sospechar que el apretón entre mi pierna en el último viaje del almendrón, no era más que el amanecer a oscuras de esta ciudad cansada. En donde todo termina en un malecón que se difumina entre guitarras perezosas de afinar y un horizonte que todos saben a donde lleva. Ya ves, esta confusión de horarios y de calles, me llevó a perder la ambigüedad de tu despedida. El suvenir de tus besos. Dejaré esta capital y allá en la otra orilla, cuando los amaneceres caigan de nuevo en el lugar común y tengan el color de tu pelo, invocaré tu nombre como si no me hubieras olvidado.

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